jueves, 15 de agosto de 2013

Capítulo LXX




Boutique volvió a su tienda por última vez y se encontró con los pocos que lo estaban esperando. Quiso apoyar las cajas recolectadas en la mesa pero ya no había mesa. No había más nada en aquel lugar; sólo Vitraux, Apotheke, Bôite y Bufete parados en el medio de la carpa con cara de cansados.
–¡Miren lo que traje! – les dijo sin saber dónde apoyar sus cajas, que ya eran bastante molestas y pesadas a esa altura.
–Nos tenemos que ir, coronel…– le dijo Vitraux mirándolo serio.
–Lo sé – se disculpó –, pero sin esto no hubieramos podido ver las películas que recolectamos. El VHS no existe más. En las tiendas de películas sólo hay este formato nuevo – Boutique inclinó un poco las cajas que tenía en sus manos para que puedan leer el nombre del nuevo reproductor. Apotheke se acercó, tomó una caja en silencio y, haciéndole un gesto de impaciencia y ternura a la vez, se fue a su nave. Boutique lo vio irse y advirtió que tenía puestas las botitas de lluvia estampadas que él le había conseguido y negó con la cabeza; parecía un taradito con ese calzado. Bôite tomó otras dos cajas, le extendió una a Bufete y miró a su amigo al ojo. Boutique se sintió más ligero con una sola caja en sus brazos entumecidos.
–¿Estás bien? – le preguntó – Te noto raro…
–Estoy bien – le dijo con una sonrisa plástica y Bôite hizo un gesto de: “Sí, seguro” yéndose a su nave para partir.
–¿Vamos? – le preguntó Vitraux mirándolo desde la puerta de la tienda, Boutique miró el piso de la carpa, recorrió con la vista alrededor y finalmente le dijo:
–Vamos.

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